sábado, 10 de marzo de 2012

De "Free Play"

de FREE PLAY de Stephen Nachmanovitch - Ed. Planeta, 1990

Si nos sentimos seguros de lo que sucederá, nos atamos al futuro y nos aislamos de las sorpresas esenciales.

Una vida creativa es una cuestión riesgosa. Seguir el propio curso, no trazado por los padres, por nuestros pares o por las instituciones, implica un delicado equilibrio de tradición y libertad personal, un delicado equilibrio de ser fiel a uno mismo y permanecer abierto al cambio.

El hecho de que la improvisación se pierde en el aire nos hace apreciar que cada momento de la vida es único... un beso, un atardecer, una danza, un chiste. Ninguno volverá a repetirse de la misma manera. Cada uno sucede una sola vez en la historia del universo.

Lo que es la piedra para el escultor es el tiempo para el músico. Cada vez que se levanta para tocar, el músico se enfrenta con su pedazo de tiempo sin esculpir. Sobre este vacío aparentemente sin contornos tiende, quizás, un arco de violín, que es una herramienta para tallar o dar forma al tiempo... o, digamos, para descubrir o liberar las formas latentes en ese momento único del tiempo.

Un artista en ciernes puede tener las más profundas visiones, sentimientos e insights, pero sin destreza no hay arte.

La improvisación, como experimento lúdico, es la recuperación en cada uno de nosotros de la mente salvaje, de nuestra mente original de niños.

Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo. (Psiquiatra Donald Winnicott)

[Otro momento para experimentar sin temor a las consecuencias, para tener un espacio de juego sin temor a las críticas] es el estudio del arte, donde podemos probar cosas y descartarlas tantas veces como sea necesario. Una vez Brahms señaló que la medida de un artista es la cantidad de material que descarta. La naturaleza, gran creadora, siempre está descartando cosas. Una rana pone varios millones de huevos por vez. Sólo algunas docenas se convierten en renacuajos, y sólo algunos de ellos en ranas. Podemos permitir que la imaginación y la práctica sean tan prolíficas como la naturaleza.

El dominio viene de la práctica, la práctica viene de la experimentación juguetona y compulsiva (...) y de una sensación de algo maravilloso (...) El músico, el atleta, el bailarín continúan con su práctica a pesar de los músculos doloridos y de quedarse sin aliento. Este nivel de actuación no lo logra ninguna exhortación calvinista del superyó, a través de sentimientos de culpa u obligación. En la práctica el trabajo es juego, es intrínsecamente gratificante. Es sentir a nuestro niño interno que pide jugar sólo cinco minutos más.

Puede ser, entonces, que la forma nos sirva mejor cuando actúa como obstrucción, para desconcertarnos y desviar el curso que pensábamos seguir. Puede ser que cuando ya no sepamos qué hacer hayamos llegado a nuestro verdadero trabajo, y que cuando ya no sepamos adónde ir hayamos comenzado el verdadero viaje. La mente que no se desconcierta no se está empleando. El arroyo que encuentra un obstáculo es el que canta. (Poeta Wendell Berry)

A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría. (Gustave Flaubert)

Llega el momento en que nos damos cuenta de que nos hemos enamorado de nuestro instrumento, de nuestras herramientas de escultor, del piso en que bailamos, de nuestra computadora. Estamos enamorados de la música, el arte, la literatura, la cocina, la física. Amamos la belleza, el trabajo bien hecho, el material, los instrumentos. Sentimos la sensualidad de tocar, y de escuchar, leer, ver, aprender. El deseo de aprender y jugar, si lo tenemos, el poder que motiva la creación, es parte de nuestra estructura innata, esas ansias de llegar más allá de nosotros mismos.

Cualquiera que desee expresar significado con símbolos y palabras, con música, pintura, debe encontrar cierto placer en las tareas imposibles, poseer la voluntad de tolerar una gran frustración, un toque de Quijote.

Uno de los tipos de presión más insidiosos a los que puede sucumbir un artista es la presión a ser accesible. Los buenos consejeros pueden decirle a Ud. que X es accesible, vendible, popular, etc.., y por cierto puede haber artistas que hacen lo mismo que X espontáneamente y se hacen populares y ricos. Pero si Ud. altera su trabajo para parecerse más a X, la gente se dará cuenta de que no es auténtico; no será un X que salga del corazón porque no se origina en su propio ser. Por cierto que Ud. debe desarrollar y revisar su trabajo para comunicarse cada vez con más claridad; pero si altera una palabra para agradar a algún mercado imaginario que hay "por allí", pone en peligro la integridad y originalidad de todo lo que haga. (...) Al resistir la tentación de ser accesible Ud. no está excluyendo al público; por el contrario, está creando un espacio genuino e invitando a entrar en él a la gente.

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